Detrás del velo material está la energía invisible. Esta energía invisible afecta e influye en los distintos aspectos de la persona: en el mental, el emocional y el físico.
Estos campos están cargados de sonidos, de formas, de aromas, de pensamientos llenos de emociones. Sus vibraciones nos afectan en forma positiva y negativa.
Hablaremos, en este caso, de las energías involucionadas, que nos hacen parar o retroceder, que nos paralizan.
Según tu estado de vibración atraes energías negativas o positivas.
Tu actitud es la que atrae la energía.
En otras palabras eres tú el que abres la puerta a las energías pesadas, aunque luego también eres tú el que te quejas de haberlas aceptado.
Según el nivel de conciencia en el que vivas, sientas, pienses y actúes, es el escudo que tienes y que te protege de esas energías pesadas.
Refuerza tu escudo y te sentirás protegido de bajas vibraciones.
Tienes que encontrarte con la mística, la espiritualidad o, por el contrario, serás vulnerable.
Como ejercicio práctico para reforzar ese escudo protector te sugiero que trabajes con la conciencia.
No importa dónde te encuentres. Concéntrate, lleva la conciencia a un tubo, descubre cómo se mueve la luz dentro de él.
Este tubo es una vía de comunicación con tu ser y con lo Alto, con lo que está más allá de lo creado y, al mismo tiempo, en lo más profundo de tu ser. Es tu lugar sagrado.
Lleva tu conciencia a este espacio y activa la misericordia, la paz, el amor que tienes en lo más íntimo. Expresa estos sentimientos en forma de colores, con ondas expansivas que se proyectan desde tu corazón hacia fuera de ti.
Mientras expandes estos sentimientos, pide a Lo Alto, Luz y Amor.
Unos pocos minutos son suficientes para que te conectes con tu divinidad.
De esta manera se activa el escudo, tu aura eleva su vibración reforzando las defensas. Estás protegido.
Esta es una forma de activar tus sentidos espirituales.
Puedes leerlo también en este enlace haciendo clik en la frase subrayada:
http://www.primeraedicionweb.com.ar/nota/suplemento/12666/como-protegernos-de-energias-bajas.html
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Paz y bien:
Pienso que María tiene mucha razón con lo que dice en su artículo, aunque como la mayor parte de los europeos occidentales de mi tiempo, dada la educación y formación que hemos recibido, entiendo muy poco de energías…
La conclusión que saco de lo que ha escrito es que las personas que nos rodean y sus energías tienen sobre nosotros el poder y la importancia que estemos dispuestos a otorgarles y que la fuerza no está en ellos sino en la que nuestra cabeza decida darles.
Mi madre, que además de ser muy inteligente, era la persona más racional que he conocido, me decía que en algunas ocasiones era muy importante “poner distancia” y observar tu propia realidad desde fuera, como si fueras “un testigo”.
A mí es un consejo que me va muy bien cuando necesito ser justa, ecuánime y tener sentido de la medida.