El amor impersonal
Has aprendido a amar y a ser amado desde la más tierna infancia. Aún más, desde el vientre de tu madre.
El amor en la familia es importante y trascendental, pero es un amor personal, de sangre.
En la vida familiar logras salir de ti mismo y cierto grado de expansión.
Este es un amor personal, fuerte pero insuficiente porque te limita.
En la medida que creces y evolucionas el amor se hace más expansivo y pasas a conocer el verdadero amor, el impersonal.
El amor impersonal te enseña a tratar a cada ser humano como si fuera un miembro de tu familia.
Cuando respetas y atiendes a un ser humano, respetas y amas a la humanidad entera.
Y puesto que amas a la humanidad entera te amas a ti mismo y amas a Dios.
Este es el secreto de la felicidad el tener una conciencia de amor que abarca no solo a las personas sino a la creación entera.
Es el amor en la tercera dimensión. Expande tu corazón, ama a todos más allá del amor personal de familia.
Mira a los demás con los ojos del corazón. No te apegues a nada ni a nadie, ni a las personas, ni a las cosas. No podrás amar de forma auténtica si no eres capaz de sobrellevar cualquier situación positiva o negativa sin que tu mente se perturbe. De una mente en paz procede un espíritu libre.
Ejercicio:
Esta semana, cada día, cuando salgas a la calle, mira a los ojos de cinco personas con las que te encuentras. Analiza, piensa y reflexiona, ¿quién les da la vida? ¿Qué diferencias hay entre sus ojos y los tuyos? ¿Quién le da vida a ese cuerpo? Es un ejercicio arduo, muy sencillo pero a nosotros en lo cotidiano nos resulta muy complicado y difícil.
¿Por qué es difícil?
Porque es lo que venimos a aprender al planeta tierra.
Y para aprender algo hay que dedicar tiempo, atención, esfuerzo, para incorporar esa experiencia en nuestra mente y en nuestro corazón.
Leéalo también en:
http://www.primeraedicionweb.com.ar/nota/suplemento/13073/el-amor-impersonal.html
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Muchas gracias María, por tomarte el tiempo de compartir estas perlitas con nosotros. Siento que es así cómo lo describis. Ojalá tengamos la gracia y el valor de ponerlo en práctica «día a día» al menos con la actitud del «sólo por hoy» hasta que se hace hábito 🙂