El hombre libre solo dobla sus rodillas ante Dios
Los nobles deseos de encontrar a Dios, meditar, rezar, asistir a rituales conmemorativos, doctrinas religiosas, etc., son necesarios, hacen bien, son útiles para muchas personas. Es el clavito que se cuelga por debajo de Dios, es la cuerda que sujetan para sostenerse. Algunos viven de por vida agarraditos a ella, otros por periodos y otros dejan de necesitarla cuando se sujetan directamente a Dios.
¡No tengas miedo, explora y transita por los puentes que nos llevan al otro lado, en busca de la verdad!
¡No te dejes dominar por la duda, no te auto limites, no te aísles, no te ates a filosofías, religiones, supersticiones, baila con ellas, disfruta de la sabiduría que guardan y sigue explorando!
Si te apoyas en palabras de santos, maestros espirituales, bébelas en sorbitos y continua a tu aire.
Tienes que estar atento a lo que te muestra el presente, te espera lo desconocido, vive en continuo discernimiento.
Discernir cómo haces el camino, no es discernir cómo debes creer y en qué no debes creer.
Distingue, mientras caminas, cuáles son los prejuicios, los condicionamientos, antagonismos, enemistades….
Escucha a tu alma, ella es la única que sabe guiarte, es el espíritu de Dios que cada uno tiene dentro.
No hables, envuélvete con la serenidad y no te detengas, camina, mira tu realidad espiritual, participa de forma activa y consiente en este viaje que es tu vida, aferrado a tu libre albedrio con tu mente lo más atenta posible, abierta, porque es la forma que tienes de crecer, de buscar a Dios, esta búsqueda es una experiencia viva, no una creencia, es el presente.
Te dejo un pequeño texto a modo de reflexión de mi querido amigo el padre Taché (P. Juan José Fernández).
“Al hombre lo cuelgas del Todo, o se lleva el clavo hacia abajo, sólo podemos subsistir colgados de lo trascendente, de lo infinito, de lo eterno”.
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