A veces los amigos me preguntan ¿por qué viajan tanto?, ¿les gusta hacer turismo?, ¿no sería mejor una vida más sedentaria y tranquila?
Les contesto que viajo no sólo por el simple hecho de conocer sitios nuevos y distintos, sino más bien para encontrarme con la espiritualidad de ese lugar, con la energía de las personas que pasaron por allí, para aprender y luego poder compartir…
Por ello cuando visitas un lugar donde hayan vivido maestros, donde hubo energías que han ayudado a transformar a las personas, sitios especiales por las fuerzas místicas que se sienten, has de saber que te contactas con ellas y que las vibraciones allí existentes incrementarán tu progreso espiritual.
Ese es el valor de las peregrinaciones a lugares sagrados.
Son espacios especiales en los que se siente una gran inspiración y unión con Dios.
Este es el caso de la visita a Jerusalén, al país donde vivió, donde hizo los milagros y anunció su mensaje Jesús. Aquí se encarnó y sus vibraciones divinas aún se encuentran todavía en este lugar. Y son tan potentes como cuando él estuvo presente físicamente.
Quienes posean la sintonía adecuada al visitar Tierra Santa sentirán esa presencia.
O cuando fuimos al Monte Gargano, donde se apareció el arcángel Miguel, cerca de otro lugar en el que he vivido experiencias místicas profundas, San Giovanni Rotondo, la ciudad del Padre Pío de Pieltrecina.
O la ciudad de Asís, Santiago de Compostela, Benarés, Dharamsala…
Los dos últimos viajes fueron, el primero, un contacto con la tierra de Alemania y con una de las grandes santas medievales de Europa, Hildegarda Von Bingen.
El segundo fue un viaje a Nápoli, para encontrarnos con San Genaro, su patrono, y con José Moscati, o Giuseppe Moscati, tal como es su nombre original en italiano, el médico de los pobres, el médico sabio y bueno que ha llegado al corazón sobre todo de la gente humilde.
En todas las peregrinaciones a los lugares sagrados he aprendido algo, me he ido con una enseñanza profunda en mi alma.
Además del trato con esa cultura, con las personas que viven ahí, todas experiencias son magníficas para el crecimiento espiritual.
Pero eso se puede leer en los libros, me decía en otra ocasión una persona amiga.
Sí se puede, pero no es lo mismo que respirar, pisar, tocar, sentir, palpar…, la energía, el trato, la cercanía. No es lo mismo.
Pero primero, antes del viaje místico a esos espacios sagrados, es preciso meditar y prepararse.
Tampoco se trata de ir a la deriva. Antes se debe disponer el cuerpo, la mente con comidas suaves, oración, meditación…, para que ese contacto sea fructífero para tu aprendizaje y para tu espíritu.
Hasta la próxima semana.
Paz y Bien.
Puede leerlo en la Revista Sexto Sentido haciendo clik aquí.
Hermoso artículo, con una enseñanza profunda, seguramente más profunda de la que soy capaz de asimilar.
Gracias