SER LIBRES
En esta etapa de misionera, gracias a Dios, visité lugares religiosos en distintas partes del mundo, distintos, bellos, enigmáticos, místicos. Todos tienen un punto en común: el peregrinar de la gente. Pueden llegar al sitio por curiosidad turista, o sentido religioso, pero a la hora de estar allí, todos hacen peticiones, todos quieren dejar un dolor, un peso emocional, la espina que duele en el alma.
El problema es el no dejar ir, el no soltar.
Cuando se llega a este mundo, no se tiene nada propio, luego uno se va pegando y apegando a las relaciones, a los objetos materiales, a las personas, a los lugares, al trabajo. Esa estampilla, llamada apego, es tan fuerte que hace creer que es indispensable, vital mantener cada adherencia que se va acumulando.
A medida que pasan los años, se torna pesado llevar acuesta tantos apegos, la vida poco a poco se va paralizando, y nos priva de la libertad.
La decisión de ser libres no es buscar un templo o una religión, es un proceso de aprender a desprenderse, discernir que nada ni nadie es imprescindible, aprender a soltar eso que pesa y paraliza esa costumbre, ese apego, esa necesidad disfrazada. Miedos.
Visita tu templo religioso, el que te religa con la vida, con Dios, “tu mente”. Limpia tu mente, limpia tu templo, deja espacio a visitas nuevas, recuerda en la vida nada es estático, nada se queda quieto.
¡Así es la vida!
.
Gracias por su visita
Para volver a la página de inicio haga clik en la siguiente flecha: